viernes, 26 de abril de 2024

 1ª Lectura (Hch 13,26-33): 

En aquellos días, cuando llegó Pablo a Antioquía de Pisidia, decía en la sinagoga: «Hermanos, hijos del linaje de Abrahán y todos vosotros los que teméis a Dios: a nosotros se nos ha enviado esta palabra de salvación. En efecto, los habitantes de Jerusalén y sus autoridades no reconocieron a Jesús ni entendieron las palabras de los profetas que se leen los sábados, pero las cumplieron al condenarlo. Y, aunque no encontraron nada que mereciera la muerte, le pidieron a Pilato que lo mandara ejecutar. Y, cuando cumplieron todo lo que estaba escrito de él, lo bajaron del madero y lo enterraron.

»Pero Dios lo resucitó de entre los muertos. Durante muchos días, se apareció a los que habían subido con él de Galilea a Jerusalén, y ellos son ahora sus testigos ante el pueblo. También nosotros os anunciamos la Buena Noticia de que la promesa que Dios hizo a nuestros padres, nos la ha cumplido a nosotros, sus hijos, resucitando a Jesús. Así está escrito en el salmo segundo: ‘Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy’».

Palabra de Dios

Salmo responsorial: 2 R/. Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy.

Versículo antes del Evangelio (Jn 14,6): Aleluya. Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida, dice el Señor; nadie viene al padre sino por mí. Aleluya.

Santo Evangelio (Jn 14,1-6): 

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios: creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos un lugar. Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy sabéis el camino». Le dice Tomás: «Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?». Le dice Jesús: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí».

Palabra de Dios

Compartimos:

 En este Viernes IV de Pascua, Jesús nos invita a la calma. La serenidad y la alegría fluyen como un río de paz de su Corazón resucitado hasta el nuestro, agitado e inquieto, zarandeado tantas veces por un activismo tan enfebrecido como estéril.


Son los nuestros los tiempos de la agitación, el nerviosismo y el estrés. Tiempos en que el Padre de la mentira ha inficionado las inteligencias de los hombres haciéndoles llamar al bien mal y al mal bien, dando luz por oscuridad y oscuridad por luz, sembrando en sus almas la duda y el escepticismo que agostan en ellas todo brote de esperanza en un horizonte de plenitud que el mundo con sus halagos no sabe ni puede dar.


Los frutos de tan diabólica empresa o actividad son evidentes: enseñoreado el “sinsentido” y la pérdida de la trascendencia de tantos hombres y mujeres, no sólo han olvidado, sino que han extraviado el camino, porque antes olvidaron el Camino. Guerras, violencias de todo género, cerrazón y egoísmo ante la vida (anticoncepción, aborto, eutanasia...), familias rotas, juventud “desnortada”, y un largo etcétera, constituyen la gran mentira sobre la que se asienta buena parte del triste andamiaje de la sociedad del tan cacareado “progreso”.


En medio de todo, Jesús, el Príncipe de la Paz, repite a los hombres de buena voluntad con su infinita mansedumbre: «No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios: creed también en mí» (Jn 14,1). A la derecha del Padre, Él acaricia como un sueño ilusionado de su misericordia el momento de tenernos junto a Él, «para que donde esté yo estéis también vosotros» (Jn 14,3). No podemos excusarnos como Tomás. Nosotros sí sabemos el camino. Nosotros, por pura gracia, sí conocemos el sendero que conduce al Padre, en cuya casa hay muchas estancias. En el cielo nos espera un lugar, que quedará para siempre vacío si nosotros no lo ocupamos. Acerquémonos, pues, sin temor, con ilimitada confianza a Aquél que es el único Camino, la irrenunciable Verdad y la Vida en plenitud.


miércoles, 24 de abril de 2024

AUDIENCIA GENERAL DEL PAPA FRANCISCO

Plaza de San Pedro

Catequesis. Vicios y virtudes. 16. La vida de gracia según el Espíritu

Queridos hermanos y hermanas:

En las catequesis pasadas reflexionamos sobre las cuatro virtudes cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza. Hoy nos acercamos a las tres virtudes teologales, que son la fe, la esperanza y la caridad. Se denominan teologales porque son infundidas por Dios y se viven en la relación con Él. Estas virtudes nos dan una especial asistencia del Espíritu Santo para poder seguir las huellas de Jesús en nuestra vida cotidiana.

El Espíritu Santo nos ayuda a distinguir claramente el bien del mal y a tener la fuerza para optar por el bien. En el deseo de hacer lo correcto, sin embargo, podemos caer en la autosuficiencia o en el voluntarismo. Pero si nos abrimos con humildad al Espíritu Santo, Él reaviva en nosotros las virtudes teologales. Así, cuando perdemos la confianza, Dios aumenta nuestra fe; cuando nos desalentamos, despierta en nosotros la esperanza; y cuando nuestro corazón se enfría, Él lo enciende en el fuego de su amor.    

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Pidamos al Espíritu Santo que nos conceda la gracia de creer, esperar y amar a imitación del Corazón de Cristo, siendo sus testigos en toda circunstancia. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide. Muchas gracias.

Lecturas San Marcos, evangelista

Primera Lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro (5,5b-14):

Tened sentimientos de humildad unos con otros, porque Dios resiste a los soberbios, pero da su gracia a los humildes. Inclinaos, pues, bajo la mano poderosa de Dios, para que, a su tiempo, os ensalce. Descargad en él todo vuestro agobio, que él se interesa por vosotros. Sed sobrios, estad alerta, que vuestro enemigo, el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quién devorar. Resistidle firmes en la fe, sabiendo que vuestros hermanos en el mundo entero pasan por los mismos sufrimientos. Tras un breve padecer, el mismo Dios de toda gracia, que os ha llamado en Cristo a su eterna gloria, os restablecerá, os afianzará, os robustecerá. Suyo es el poder por los siglos. Amén. Os he escrito esta breve carta por mano de Silvano, al que tengo por hermano fiel, para exhortaros y atestiguaros que ésta es la verdadera gracia de Dios. Manteneos en ella. Os saluda la comunidad de Babilonia, y también Marcos, mi hijo. Saludaos entre vosotros con el beso del amor fraterno. Paz a todos vosotros, los cristianos.

Palabra de Dios

Salmo 88,R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor

 Santo Evangelio según san Marcos (16,15-20):

En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: «ld al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos.»

Después de hablarles, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos se fueron a pregonar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban.

Palabra del Señor

Compartimos:

Las lecturas que vamos haciendo en este tiempo pascual se interrumpen hoy por la fiesta de san Marcos, evangelista. Sin embargo, el final del Evangelio de Marcos nos sitúa en el corazón mismo de la Pascua: la aparición de Jesús resucitado a los discípulos y el envío a todo el mundo. La experiencia pascual es el punto de partida de un dinamismo universal en el espacio y en el tiempo. Los creyentes en Cristo Jesús tienen la misión, el deber y la responsabilidad de transmitir lo que han visto y oído, de no guardarse para sí la Buena Noticia de la salvación, sino que deben proclamarla, dice Jesús, no solo a toda la humanidad, sino “a toda la creación”. Se trata de una misión de enorme responsabilidad, pues lo que se juega en ella es la salvación o la condenación. No solemos hablar mucho de esta última posibilidad (a diferencia de lo que se hacía antes, todavía lo recuerdo de mi infancia, en que se hablaba tal vez demasiado), pero no tenemos el derecho de mutilar a voluntad las palabras de Jesús, y, en definitiva, con esa palabra (condenación) estamos diciendo que el asunto que nos confía Jesús es de enorme seriedad e importancia. También es de gran dificultad, erizada de amenazas y peligros (demonios, serpientes y venenos), pero ante la que no hay que tener miedo: Jesús nos ha dado el poder de vencer a demonios, serpientes y venenos, y aunque podamos, pese a todo, sucumbir en el empeño, lo hacemos fiados del que muriendo ha vencido a la muerte, y nos hace vencedores a nosotros, incluso en la misma muerte. Ante las fuerzas del mal que nos amenazan, Jesús nos manda actuar sólo con la fuerza del bien y hablando el lenguaje nuevo del amor.


Aquella generación de apóstoles y evangelistas, entre los que se cuenta Marcos, cumplieron su misión, y muchos de ellos, como Pedro, según una venerable tradición el maestro y padre espiritual de Marcos, sellaron con su sangre la fidelidad al mandato de Jesús, y gracias a ellos nosotros hemos recibido la Buena Nueva del Evangelio y hemos creído en Cristo.


Por eso, nosotros, depositarios de ese mensaje, somos también ahora responsables de seguir adelante con aquella misión, sin miedo a las dificultades, con disposición al martirio y con el poder del amor que Jesús nos sigue transmitiendo por su Espíritu Santo. La Iglesia es apostólica por definición y por gracia de Dios, y debe ser evangélica en su modo de vida y en el de sus miembros. San Marcos evangelista ruega por nosotros para que sea así.

Miércoles de la IV Semana de Pascua

Primera Lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (12,24–13,5):

En aquellos días, la palabra de Dios iba creciendo y se multiplicaba. Cuando cumplieron su servicio, Bernabé y Saulo se volvieron de Jerusalén, llevándose con ellos a Juan, por sobrenombre Marcos.

En la Iglesia que estaba en Antioquía había profetas y maestros: Bernabé, Simeón, llamado Níger; Lucio, el de Cirene; Manahén, hermano de leche del tetrarca Herodes, y Saulo.

Un día que estaban celebrando el culto al Señor y ayunaban, dijo el Espíritu Santo:

«Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado».

Entonces, después de ayunar y orar, les impusieron las manos y los enviaron. Con esta misión del Espíritu Santo, bajaron a Seleucia y de allí zarparon para Chipre.

Llegados a Salamina, anunciaron la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos.

Palabra de Dios

Salmo 66,R/. Oh Dios, que te alaben los pueblos,que todos los pueblos te alaben

 Santo Evangelio según san Juan (12,44-50):

En aquel tiempo, Jesús gritó diciendo: «El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me ha enviado. Y el que me ve a mí, ve al que me ha enviado. Yo he venido al mundo como luz, y así, el que cree en mí no quedará en tinieblas.

Al que oiga mis palabras y no las cumpla, yo no lo juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. El que me rechaza y no acepta mis palabras tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he pronunciado, esa lo juzgará en el último día. Porque yo no he hablado por cuenta mía; el Padre que me envió es quien me ha ordenado lo que he de decir y cómo he de hablar. Y sé que su mandato es vida eterna. Por tanto, lo que yo hablo, lo hablo como me ha encargado el Padre».

Palabra del Señor

Compartimos:

Las palabras de Jesús que hemos escuchado en el Evangelio de hoy son las últimas de su actividad pública, y concluyen el “libro de los signos”, que dan paso a la Pasión, precedida por el largo relato de la última cena. Esas palabras de hoy suenan como una seria advertencia: no son palabras cualesquiera, sino que en ellas el mismo Dios Padre se dirige a nosotros. Lo hace para darnos luz, para salvarnos de las tinieblas, esto es, para darnos vida. Pero si no se acogen, los mismos que las rechazan se hacen culpables y se condenan a sí mismos. Jesús vuelve a repetir, como le dijo a Nicodemo: que no ha venido a condenar al mundo, sino para salvarlo. Pero la salvación no se puede imponer, requiere de la cooperación humana, a la que Dios llama por medio de Cristo. Dios, por medio de su Palabra, apela a nuestra libertad, al tiempo que ilumina nuestro espíritu para que podamos entenderla y acogerla. Pero esto último depende de nosotros. Es decir, la acción salvífica de Dios no elimina la responsabilidad humana, sino que la supone (al tiempo que la sana, iluminándola).


Esta combinación de gracia y libertad responsable preside también la misión de la Iglesia. La comunidad de Antioquía es un hervidero de carismas y actividades. Se ve que la Palabra actúa a pleno rendimiento. Esto genera un diálogo vivo con esa Palabra que debe ser discernida por medio de la oración y el ayuno. La consecuencia es la apertura universal de la misión. La comunidad prescinde de sus mejores elementos para que el Evangelio trascienda todas la fronteras. Una comunidad cristiana viva no puede no ser una comunidad generosa y misionera.

martes, 23 de abril de 2024

Martes de la IV Semana de Pascua

Primera Lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (11,19-26):

En aquellos días, los que se habían dispersado en la persecución provocada por lo de Esteban llegaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, sin predicar la palabra más que a los judíos. Pero algunos, naturales de Chipre y de Cirene, al llegar a Antioquía, se pusieron a hablar también a los griegos, anunciándoles la Buena Nueva del Señor Jesús. Como la mano del Señor estaba con ellos, gran número creyó y se convirtió al Señor.

Llegó la noticia a oídos de la Iglesia de Jerusalén, y enviaron a Bernabé a Antioquía; al llegar y ver la acción de la gracia de Dios, se alegró y exhortaba a todos a seguir unidos al Señor con todo empeño, porque era un hombre bueno, lleno de Espíritu Santo y de fe. Y una multitud considerable se adhirió al Señor.

Bernabé salió para Tarso en busca de Saulo; cuando lo encontró, se lo llevó a Antioquía. Durante todo un año estuvieron juntos en aquella Iglesia e instruyeron a muchos. Fue en Antioquía donde por primera vez los discípulos fueron llamados cristianos.

Palabra de Dios


Salmo 86,R/. Alabad al Señor, todas las naciones


Santo Evangelio según san Juan (10,22-30):

SE celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación del templo. Era invierno, y Jesús se paseaba en el templo por el pórtico de Salomón.

Los judíos, rodeándolo, le preguntaban:

«¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Mesías, dínoslo francamente».

Jesús les respondió:

«Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, esas dan testimonio de mí. Pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Lo que mi Padre me ha dado es más que todas las cosas, y nadie puede arrebatar nada de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno».

Palabra del Señor

Compartimos:

Es bueno volver a los orígenes. No, ciertamente, por el gusto regresivo de canonizar el pasado, sino para descubrir vitalmente sentidos originarios, que con el paso del tiempo han podido ir perdiendo su significado primero. ¿A qué suena hoy el adjetivo “cristiano”? A una pertenencia religiosa, eclesial y, en un sentido más amplio, cultural, distinta y con frecuencia enfrentada a otras pertenencias e identidades. Pero cuando surgió el término, concretamente, en Antioquía, carecía de todas esas connotaciones. Y no fueron los mismos discípulos los que se dieron ese nombre, sino que “fueron llamados cristianos”. No podía ser por otro motivo que el que, en su vida y con sus obras, hacían visible a Cristo. Eran un testimonio vivo de alguien que no era una mera referencia histórica, sino una presencia viva y activa.


De este modo, reproducían en sí mismos lo mismo que Cristo había realizado en los días de su vida mortal: no se mostraba como Mesías a base de argumentos teológicos o reivindicaciones genealógicas, sino que lo decía con obras, que lo mostraban como verdadero Hijo de Dios.


En este tiempo pascual, cuando nos hemos renovado haciendo memoria viva de los acontecimientos centrales de nuestra fe, los que nos consideramos cristianos estamos llamados a serlo reflejando en nuestra vida la presencia del que vive para siempre, por medio de las obras que nos atestiguan como verdaderos hijos de Dios, como verdaderas ovejas del rebaño del Buen Pastor que dio su vida para darles, a ellas, y por ellas, a todos, la vida eterna.

lunes, 22 de abril de 2024

Lunes 4 (B y C) de Pascua

1ª Lectura (Hch 11,1-18): 

En aquellos días, los apóstoles y los hermanos de Judea se enteraron de que también los gentiles habían recibido la palabra de Dios. Cuando Pedro subió a Jerusalén, los de la circuncisión le dijeron en son de reproche: «Has entrado en casa de incircuncisos y has comido con ellos». Pedro entonces comenzó a exponerles los hechos por su orden, diciendo: «Estaba yo orando en la ciudad de Jafa, cuando tuve en éxtasis una visión: una especie de recipiente que bajaba, semejante a un gran lienzo que era descolgado del cielo sostenido por los cuatro extremos, hasta donde yo estaba. Miré dentro y vi cuadrúpedos de la tierra, fieras, reptiles y pájaros del cielo. Luego oí una voz que me decía: ‘Levántate, Pedro, mata y come’. Yo respondí: ‘De ningún modo, Señor, pues nunca entró en mi boca cosa profana o impura’. Pero la voz del cielo habló de nuevo: ‘Lo que Dios ha purificado, tú no lo consideres profano’. Esto sucedió hasta tres veces, y de un tirón lo subieron todo de nuevo al cielo.

»En aquel preciso momento llegaron a la casa donde estábamos tres hombres enviados desde Cesarea en busca mía. Entonces el Espíritu me dijo que me fuera con ellos sin dudar. Me acompañaron estos seis hermanos, y entramos en casa de aquel hombre. Él nos contó que había visto en su casa al ángel que, en pie, le decía: ‘Manda recado a Jafa y haz venir a Simón, llamado Pedro; él te dirá palabras que traerán la salvación a ti y a tu casa’. En cuanto empecé a hablar, bajó sobre ellos el Espíritu Santo, igual que había bajado sobre nosotros al principio; entonces me acordé de lo que el Señor había dicho: ‘Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo’. Pues, si Dios les ha dado a ellos el mismo don que a nosotros, por haber creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo para oponerme a Dios?». Oyendo esto, se calmaron y alabaron a Dios diciendo: «Así pues, también a los gentiles les ha otorgado Dios la conversión que lleva a la vida».

Palabra de Dios

Salmo responsorial: 41 R/. Mi alma tiene sed de ti, Dios vivo.

Santo Evangelio (Jn 10,1-10): 

En aquel tiempo, Jesús habló así: «En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que escala por otro lado, ése es un ladrón y un salteador; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el portero, y las ovejas escuchan su voz; y a sus ovejas las llama una por una y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, va delante de ellas, y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Pero no seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños». Jesús les dijo esta parábola, pero ellos no comprendieron lo que les hablaba.


Entonces Jesús les dijo de nuevo: «En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido delante de mí son ladrones y salteadores; pero las ovejas no les escucharon. Yo soy la puerta; si uno entra por mí, estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará pasto. El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia».

Palabra de Dios

«El que entra por la puerta es pastor de las ovejas (...) las ovejas escuchan su voz (...) y las ovejas le siguen, porque conocen su voz»

Compartimos:

Hoy continuamos considerando una de las imágenes más bellas y más conocidas de la predicación de Jesús: el buen Pastor, sus ovejas y el redil. Todos tenemos en el recuerdo las figuras del buen Pastor que desde pequeños hemos contemplado. Una imagen que era muy querida por los primeros fieles y que forma parte ya del arte sacro cristiano del tiempo de las catacumbas. ¡Cuántas cosas nos evoca aquel pastor joven con la oveja herida sobre sus espaldas! Muchas veces nos hemos visto nosotros mismos representados en aquel pobre animal.


No hace mucho hemos celebrado la fiesta de la Pascua y, una vez más, hemos recordado que Jesús no hablaba en un lenguaje figurado cuando nos decía que el buen pastor da su vida por sus ovejas. Realmente lo hizo: su vida fue la prenda de nuestro rescate, con su vida compró la nuestra; gracias a esta entrega, nosotros hemos sido rescatados: «Yo soy la puerta; si uno entra por mí, estará a salvo» (Jn 10,9). Encontramos aquí la manifestación del gran misterio del amor inefable de Dios que llega hasta estos extremos inimaginables para salvar a cada criatura humana. Jesús lleva hasta el extremo su amor, hasta el punto de dar su vida. Resuenan todavía aquellas palabras del Evangelio de san Juan introduciéndonos en los momentos de la Pasión: «La víspera de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, como hubiera amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin» (Jn 13,1).


De entre las palabras de Jesús quisiera sugerir una profundización en éstas: «Yo soy el buen pastor, conozco a las mías y las mías me conocen a mí» (Jn 10,14); más todavía, «las ovejas escuchan su voz (...) y le siguen, porque conocen su voz» (Jn 10,3-4). Es verdad que Jesús nos conoce, pero, ¿podemos decir nosotros que le conocemos suficientemente bien a Él, que le amamos y que correspondemos como es debido?

sábado, 20 de abril de 2024

El extraordinario poder del Rosario ha mediado en muchos milagros

Una joven reza el rosario entre velas

En la carta apostólica “Rosarium Virginis Mariae“, San Juan Pablo II compartió elocuentemente sus pensamientos y sentimientos sobre la hermosa y santa devoción del Rosario. “El Rosario aunque se distingue por su carácter mariano, es una oración centrada en la cristología”, escribió este santo, que entonces era el Papa Juan Pablo II. Añadió: “Con el Rosario, el pueblo cristiano aprende de María a contemplar la belleza del rostro de Cristo y a experimentar la profundidad de su amor. Mediante el Rosario, el creyente obtiene abundantes gracias, como recibiéndolas de las mismas manos de la Madre del Redentor”.


Y las gracias que recibimos nos acercan más a Jesús: ya sea la fuerza y la paz para superar una situación difícil, un aumento de la paciencia, la voluntad de perdonar o el discernimiento para una vocación… Todas son bendiciones que pueden cambiar nuestras vidas. Todas esas gracias personales también pueden, a su vez, convertirse en bendiciones para otros que también pueden cambiar sus vidas. Pero es que además, el rezo del Rosario ha salvado vidas en nuestro mundo y en el Purgatorio. El extraordinario poder del Rosario ha mediado en muchos milagros. Algunos, incluso, están documentados. Christine Galeone, del portal Beliefnet, te presenta estos seis milagros asombrosos asociados con el Rosario.


Santo Domingo y los Albigenses

En Francia en los años 1100 y 1200, las mentes de muchos católicos fueron corrompidas por herejes. Los herejes, conocidos como albigenses, convencieron a muchos católicos de que se suicidaran para poder liberarse de sus cuerpos, que los albigenses decían que eran malvados. Alrededor de 1214, la Santísima Virgen le dio el Rosario a Santo Domingo para derrotarlos y detener las horribles mentiras que estaban esparciendo. No solo los derrotó, sino que alentó fielmente a las personas a rezar el Rosario en honor a Jesús y a la Santísima Madre.


En “El secreto del rosario”, san Luis María Grignion de Montfort escribió sobre la devoción de Santo Domingo: “Como recompensa recibió innumerables gracias de ella; ejerciendo su gran poder como Reina del Cielo, coronó sus labores con muchos milagros y prodigios”, escribió. “Dios Todopoderoso siempre le concedió lo que pidió a través de Nuestra Señora. El mayor honor de todos fue que ella lo ayudó a aplastar la herejía albigense y lo convirtió en el fundador... de una gran orden religiosa”.

Milagro de Fátima del Sol

En 1917, la Santísima Madre se apareció a tres niños pastores - Jacinta, Francisco y Lucía- en la Cova da Iría, en Fátima, Portugal, luego de la visita de un ángel que apareció después de que los niños rezaran el Rosario. Entre el 13 de mayo y el 13 de octubre de ese año, la Santísima Virgen se apareció a los niños seis veces. No solo les pidió que rezaran el Rosario todos los días para traer la paz al mundo y poner fin a la Primera Guerra Mundial, sino que se identificó como Nuestra Señora del Rosario y sostenía un Rosario radiante en sus manos.


El 13 de octubre de 1917, debido a que la Santísima Madre le había prometido a Lucía que realizaría un milagro tan grande que nadie podría dudar de las apariciones, alrededor de 70.000 personas se habían reunido para presenciar lo que ahora se conoce como el Milagro del Sol. La multitud observó cómo el sol atravesaba las nubes, luciendo como una esfera plateada que giraba o bailaba en el cielo. Sus rayos iluminaban áreas con colores brillantes. Luego, pareció lanzarse hacia la multitud, secando por completo todo el barro y la ropa empapada de lluvia, antes de volver a subir al cielo. Algunas personas se curaron de enfermedades. Muchos otros se convirtieron.

 Santo Domingo recibe de la Virgen el Santo Rosario.

Santo Domingo y los Albigenses

En Francia en los años 1100 y 1200, las mentes de muchos católicos fueron corrompidas por herejes. Los herejes, conocidos como albigenses, convencieron a muchos católicos de que se suicidaran para poder liberarse de sus cuerpos, que los albigenses decían que eran malvados. Alrededor de 1214, la Santísima Virgen le dio el Rosario a Santo Domingo para derrotarlos y detener las horribles mentiras que estaban esparciendo. No solo los derrotó, sino que alentó fielmente a las personas a rezar el Rosario en honor a Jesús y a la Santísima Madre.


En “El secreto del rosario”, san Luis María Grignion de Montfort escribió sobre la devoción de Santo Domingo: “Como recompensa recibió innumerables gracias de ella; ejerciendo su gran poder como Reina del Cielo, coronó sus labores con muchos milagros y prodigios”, escribió. “Dios Todopoderoso siempre le concedió lo que pidió a través de Nuestra Señora. El mayor honor de todos fue que ella lo ayudó a aplastar la herejía albigense y lo convirtió en el fundador... de una gran orden religiosa”.

Milagro del sol en Fatima, Portugal. 

Milagro del sol en Fatima, Portugal, donde la Virgen pidió que se rezara el Rosario todos los días para traer la paz al mundo y poner fin a la Primera Guerra Mundial. 


Milagro de Fátima del Sol

En 1917, la Santísima Madre se apareció a tres niños pastores - Jacinta, Francisco y Lucía- en la Cova da Iría, en Fátima, Portugal, luego de la visita de un ángel que apareció después de que los niños rezaran el Rosario. Entre el 13 de mayo y el 13 de octubre de ese año, la Santísima Virgen se apareció a los niños seis veces. No solo les pidió que rezaran el Rosario todos los días para traer la paz al mundo y poner fin a la Primera Guerra Mundial, sino que se identificó como Nuestra Señora del Rosario y sostenía un Rosario radiante en sus manos.


El 13 de octubre de 1917, debido a que la Santísima Madre le había prometido a Lucía que realizaría un milagro tan grande que nadie podría dudar de las apariciones, alrededor de 70.000 personas se habían reunido para presenciar lo que ahora se conoce como el Milagro del Sol. La multitud observó cómo el sol atravesaba las nubes, luciendo como una esfera plateada que giraba o bailaba en el cielo. Sus rayos iluminaban áreas con colores brillantes. Luego, pareció lanzarse hacia la multitud, secando por completo todo el barro y la ropa empapada de lluvia, antes de volver a subir al cielo. Algunas personas se curaron de enfermedades. Muchos otros se convirtieron.

El presidente de Brasil, Joao Goulart.

El presidente de Brasil y acérrimo comunista, Joao Goulart, fue derrocado tras la denominada `Marcha de la familia con Dios hacia la libertad´, con un importante papel del rosario. 


Libertad para Brasil

El mensaje de Nuestra Señora de Fátima también jugó un papel muy importante en otro milagro asociado con el Rosario. A principios de la década de 1960, el presidente de Brasil, Joao Goulart, se preparaba para difundir el comunismo por todo el país. Parecía inevitable que el gobierno comunista pronto se apoderara del país, como había sucedido con Cuba. Pero no todos estaban dispuestos a perder su libertad y sucumbir a una probable derrota. El cardenal de Barros Camara le dijo al pueblo de Brasil que podían derrocar la amenaza si prestaban atención a las instrucciones de Nuestra Señora de Fátima de rezar y hacer penitencia.


Poco después, doña Amelia Bastos, ex maestra de 59 años y esposa de un médico militar retirado, reunió a unas 30 amigas y vecinas para formar el primer capítulo de CAMDE (Campaña de Mujeres por la Democracia), grupo que difundió su mensaje de luchar pacíficamente contra una toma de poder comunista a cientos de miles de mujeres en todo el país. Muchos de ellos participaron en los encuentros del Rosario. Una manifestación en Sao Paulo se denominó “Marcha de la familia con Dios hacia la libertad”. Incluyó a más de 600.000 mujeres que portaban libros de oraciones y rosarios mientras marchaban con pancartas anticomunistas, y este y otros encuentros del rosario jugaron un papel central en el derrocamiento eventual del presidente Goulart y frustrando una toma de poder comunista con una increíble poca acción militar necesaria.


En agradecimiento a Dios, las mujeres de Brasil realizaron una marcha aún más grande el día después de haber logrado preservar su libertad. La marcha, que se llamó “Marcha de acción de gracias a Dios”, incluyó a más de un millón de personas.


Salvación de un Rey

El rezo del Rosario llevó a la salvación de Alfonso, rey de León y Galicia. El rey llevaba constantemente un gran rosario en su cinturón para inspirar a otros a rezarlo y honrar a la Santísima Madre, aunque él no lo rezaba. Un día, después de que se enfermó tanto que se creyó que no viviría mucho más, tuvo una visión. En él, estaba siendo juzgado y estaba a punto de ser arrojado al infierno, cuando la Santísima Madre intercedió por él.


San Luis María Grignion de Montfort describió lo que sucedió a continuación. En “El Secreto del Rosario”, escribió: “Ella pidió una balanza y puso sus pecados en una de las balanzas, mientras que ella puso el rosario que él siempre había usado en la otra balanza, junto con todos los Rosarios que se había dicho por su ejemplo. Se encontró que los rosarios pesaban más que sus pecados. Mirándolo con gran bondad, Nuestra Señora dijo: “Como recompensa por este pequeño honor que me diste al llevar mi Rosario, he obtenido una gran gracia para ti de mi Hijo. Su vida se salvará por unos años más. Procura pasar estos años sabiamente y haz penitencia”.

Cuando el Rey recobró la conciencia gritó: ‘¡Bendito sea el Rosario de la Santísima Virgen María, por el cual he sido liberado de la condenación eterna!’.

Después de que recuperó su salud, pasó el resto de su vida difundiendo la devoción al Santo Rosario y lo rezó fielmente todos los días”.

La curación del sacerdote del rosario

Rezar el Rosario llevó a la curación del Siervo de Dios, el P. Patrick Peyton, quien se hizo conocido como el Sacerdote del Rosario. En 1938, después de haber emigrado a los Estados Unidos desde Irlanda, pero antes de ser ordenado, se puso muy enfermo y le diagnosticaron tuberculosis avanzada, que en ese momento era incurable. Después de que su hermana le sugirió que orara a la Santísima Virgen por su intercesión, se consagró a María y comenzó a rezar devotamente el Rosario. Para asombro de sus médicos, fue curado completa y milagrosamente, y le prometió a la Santísima Virgen que pasaría su vida promoviendo el Rosario.


El popular sacerdote, que acuñó la frase “la familia que reza unida permanece unida”, animó a muchos a rezar el Rosario. Fue uno de los evangelistas televisivos pioneros que utilizó el medio para promover el Reino de Dios. En 1992, falleció en paz con un rosario en sus manos y ahora está siendo considerado para iniciar el camino de canonización.

Seguridad frente a una explosión nuclear en Hiroshima

En 1945, durante la Segunda Guerra Mundial, ocho sacerdotes jesuitas vivían en una casa parroquial a menos de una milla de donde se lanzó la bomba atómica en la ciudad de Hiroshima en Japón. Mientras que la iglesia al lado de la casa parroquial fue completamente destruida y miles de personas murieron y miles de personas sufrieron tremendamente por la exposición a la radiación, la casa permaneció en pie y los ocho sacerdotes misioneros sobrevivieron milagrosamente. También fue milagroso e inexplicable que ninguno de los ocho jesuitas sufriera exposición a la radiación.


En los años posteriores a la explosión, fueron examinados muchas veces y vivieron muchos años después. Cuando los sacerdotes fueron entrevistados, dijeron repetidamente por qué creían que habían sobrevivido y por qué no habían sufrido la exposición a la radiación como se esperaba. Atribuyeron su supervivencia al hecho de que estaban viviendo el mensaje de Fátima. Dijeron que habían rezado el Rosario fielmente en esa casa todos los días.